Worlds of Exile


Diaries of Worlds of Exile, Manuel Aja Espil



Castellano abajo

One


I imagine being an artificial intelligence and I interpret the world as visual information, and that information is within this painting. A painting that talks about the self, a path, the past.

In a sense, these paintings are remnants of a visual memory and attempts to recreate something impossible: time. I say time but what I really mean is life, what’s behind us.

A recurring image in my mind: scenes in a gloomy theater, ruinous, disappearing, like an old photograph vanishes to the action of light. Light is what allows us to see, it is the origin for vision. Ironically, light also erases the things we create to carve images into existence, those artifacts we perceive as memory, a reference to our interpretation of the world.

Memories, come to think of it, is a conundrum. How do they exist?

What is memory? What kind of memory will an artificial intelligence have?

What is a painting? Where does painting come from?

As I paint I try to embody that which is absent. One way I think of my paintings is that they are a means to compensate what is not visible. They shape that which I cannot see elsewhere.


Six


What about those canvases that adorn the in-between spaces? The room at an Airbnb, the shelves in a hotel room. There was a painting hanging on the bedside of the wall and I thought that it should represent the process of resting and its connection to dreaming and reality.

Or what about the paintings that represent primary pleasures: To look at the glare of fire at home. To read until falling asleep under the shade of a tree. To sleep with cats. A glass of wine at dusk. To look at a landscape encouraged by the birds and breeze.


Seven


I think of nature as an immovable wall. Its force crushes all human attempts to overpower it. I imagine a volcano, a hurricane, a storm, and I can think of nothing human beings can do to stop it. The sum of all the human mass cannot stop the eruption of a volcano (an incomprehensible event). We can understand how the Sun produces its energy, but we do not fully comprehend the abstract forces that in perpetual motion and dynamism give life to this planet.

We can imagine ourselves on other planets, in spaceships, traveling the cosmos, we can observe, measure, we can predict some phenomena, we can understand physics -which is ultimately a model-, but we cannot grasp the reality of this world, the origin of life, of planet Earth.

In physics -the mother of almost all sciences- this ungraspable idea is quite well represented in the constants of nature, and in the phenomena that are called singularities as well. The limit of our knowledge lies beyond our models, which are ultimately representations that reflect so much of the universe but even more our own imagination of it.

Organisms have adapted to this world and so have our senses. When we leave this world, if we want to venture out to explore, we must use our imagination. Light, for example, which here comes mainly from our star, the Sun, and which has been the stimulus that produced the phenomenon of vision in organic life, takes millions of years to travel from one corner of the universe to the other. 25,000 years to get here from the nearest galaxy, a time-lapse unimaginable to us.

We are storytellers, spirits. I believe that narratives remind us of who we are. 25,000 years ago, homo sapiens painted in caves that we can still see today, and we can relate to those images. Maybe we don't fully understand them, but we understand that they signify intent, rooted in our nature that persists today. Human activity always seems to be hanging on the human-nature duality. That seems to be our main concern.



Uno


Imagino ser una inteligencia artificial que interpreta en un lenguaje visual un mundo de información. Y la información es esta obra. Una obra que habla sobre lo propio, lo recorrido, obras pasadas.

De alguna manera estas obras son vestigios de una memoria visual que intenta recrear algo imposible: el tiempo. Y digo el tiempo pero en verdad me refiero a la vida, el pasado.

Una imagen recurrente en mi imaginación: escenas en un teatro lúgubre, derruido, desapareciendo como una fotografía antigua que pierde la nitidez por la acción de la luz. La luz nos permite ver (y es el estímulo primal de la visión) pero también corroe nuestros artefactos que buscan absurdamente petrificar la imagen, el producto de nuestra interpretación, pero también el signo físico de la memoria. Es irónico que la propia luz destruya estos signos.

Los recuerdos, ahora que lo pienso, parecen ser una paradoja. Que son?

¿Que es la memoria? ¿Que clase de memoria tendrá una inteligencia artificial?

¿Que es una pintura? ¿De donde viene la pintura?

Yo me planteo hacer una pintura en función a lo que siento que me falta. Una forma que tengo de pensar a mis pinturas es que son una forma de completar mi mirada. Construyen aquello que me hace falta ver.


Seis


¿Qué son estos cuadros que decoran los espacios transitorios? La habitación de un Airbnb, el aparador de un cuarto de hotel. Había un cuadro sobre la cama de una habitación, pensé que debería de alguna manera representar el descanso y su vinculación con el sueño y la realidad.

O bien, pinturas que representen placeres elementales. Mirar la lumbre de un fuego en el calor del hogar. Leer hasta quedarse dormido a la sombra de un árbol. Dormir con gatos. Una copa de vino al caer la noche. Mirar un paisaje, animado por pájaros, brisas.


Siete


Pienso en la naturaleza como una pared inamovible. Su fuerza aplasta todo intento terrenal del ser humano por opacarla. Imagino un volcán, un huracán, una tormenta, y no se me ocurre nada que pueda hacer el ser humano para detenerla. La sumatoria de toda la masa humana no puede detener la erupción de un volcán, cuya producción es incomprensible. Podemos entender como el Sol produce su energía pero no comprendemos plenamente las fuerzas abstractas que en perpetuo movimiento y dinamismo dan vida a este planeta.

Podemos imaginarnos en otros planetas, en naves espaciales, recorriendo el cosmos, podemos observar, medir, podemos predecir algunos fenómenos, podemos comprender la física -que es en definitiva un modelo-, pero no podemos asir lo real de este mundo, el origen de la vida, del planeta Tierra.

En la física, madre de casi todas las ciencias, esta idea inaprehensible se representa en las constantes de la naturaleza, en los fenómenos que se denominan singularidades también: el límite de nuestro conocimiento se encuentra más allá de nuestros modelos, que en definitiva son representaciones que reflejan tanto del universo pero tanto mas de nuestra propia imaginación. Las constantes de la naturaleza (y las constantes fundamentales) son las unidades de este mundo, pues nuestras unidades son arbitrarias. El origen de estas quanta son irreconocibles.

Nuestros organismos se han adaptado a este mundo y por ende nuestros sentidos. Al salir de este mundo, si queremos aventurarnos a explorar, debemos usar la imaginación. La luz, por ejemplo, que aquí proviene principalmente de nuestra estrella, el Sol, y que ha sido el estímulo que produjo el fenómeno de la visión en la vida orgánica, tarda millones de años en viajar de un rincón del universo al otro. 25.000 años en llegar a aquí de la galaxia más cercana, casi la misma cantidad de tiempo que lleva el homo sapiens pintando.

Espíritus, somos animales de relatos. Creo que los relatos mantienen viva la noción del reconocimiento. Hace muchísimo tiempo, el homo sapiens pintaba, y ese es un relato reconocible, quizás no lo entendemos plenamente, pero comprendemos que es un gesto, y como tal tiene una intención. En la actividad del ser humano siempre parece estar reptando sobre el binomio humano-naturaleza. Ese parece ser el quid de la cuestión.